La forma en que nos alimentamos ha condicionado la tipología de la ciudad desde tiempos remotos. La insistente idea de que el desarrollo se alcanza vía un modelo industrial, se ha encargado de velar esta interrelación y situar a la ciudad como el modelo ideal de organización moderna y lugar exclusivo de circulación de conocimiento y de la vida plena. El campo ha sido desplazado a un lugar bucólico, pintoresco y presto para el deleite o contención de los habitantes urbanos y sus pesares. Esta visión ha creado una imaginaria oposición campo vs ciudad que impacta sobre la conservación de la naturaleza y nuestra alimentación.
La forma de habitar las ciudades se ha transformado tanto que nuestras acciones diarias han decantado en actos individuales, vaciados de significado , en donde comer es una parada automática más. La proliferación de ofertas de comidas que prometen demorarnos menos de cinco minutos en preparar y servir, han tenido como efecto una homogenización de la comida que se consume en la ciudad y una transformación del territorio rural, que no reconoce – y anula- la riqueza biológica, nutricional y cultural que posee.
La propuesta de repensar las formas del encuentro campo ciudad por medio del alimento -en sus múltiples sentidos- es una disputa cultural, política y urbanística. El modelo de prosperidad basado en la explotación de la naturaleza, el consumo incesante y la inequidad atenta contra la vida en nuestro planeta. Es preciso volver a reconectar a lo urbano con la naturaleza por medio de la experiencia vital más básica: la comida. Máquina del tiempo por excelencia, es una expresión tan humana en donde están en juego la nutrición, el lazo social, la vinculación con la naturaleza y el cuidado.
Nada más lejano al pensamiento moderno, que elevar un discurso sobre otros como saber absoluto; podemos superar la falsa y conveniente oposición campo -ciudad configurando narrativas más justas. La construcción de soluciones a los inminentes problemas ambientales y sociales debe ser colectiva y basada en el intercambio entre experiencias que generen soluciones inclusivas y sostenibles. Son las ciudades las llamadas a asumir y a ejecutar el importante rol que tienen en la vital misión de transitar a sistemas agroalimentarios sostenibles y justos.
En Tía Verde les convidamos a conocer acerca del origen del alimento que consumimos y optar por aquel más sabroso y nutritivo, libre de agrotóxicos, con más riqueza cultural y que conmueva con cada bocado.
Gracias por leer. Les dejamos pequeños rastros, bocados, para el ejercicio de configurar una inclusiva comprensión del campo y su indispensable presencia en nuestras vidas.
- La semana pasada tuvo lugar el 4to Encuentro Latinomericano de Ecología y Política en donde apoyamos la instalación de la Feria Intercultural y Agroecológica en un espacio universitario y académico con el objetivo de crear lugares de comercialización y educativos especializados para este tipo de productos. Les dejamos el link a una entrevista a algunas personas participantes que nos hizo Minga por la PachaMama. https://fb.watch/go__0UrD7F/
- El interés de mantener el sistema agroalimentario actual por parte de las empresas del agronegocio, no ha permitido una equitativa promoción de formas alternativas para la obtención de alimento. De todas maneras existen algunas iniciativas que buscan reunir y difundir productos agroecológicos, locales y deliciosos. La plataforma Qué rico es!, contiene información y guías para un consumo más responsable y soberano. https://www.quericoes.org/ La Mesa de Comercio Justo, Productividad y Agroecología del Cabildo Cívico de Quito se crea como un esfuerzo ciudadano por mejorar el acceso al goce de la ciudad que -por supuesto- incluye el qué comemos, dónde lo obtenemos y cómo lo preparamos. Pueden pasar a conocer un poco del trabajo del Cabildo o escribirnos y formar parte al FB: https://www.facebook.com/CabildoCivicoQuito , Instagram https://www.instagram.com/cabildocivicoquito/ y Twitter: https://twitter.com/CabildoCivico
- La música, otra efectivísima máquina del tiempo, también se presenta como una herramienta para el encuentro campo-ciudad y el grupo Inmortal Kultura de Cotacachi tiene un interesante proyecto urbana/andino. Es unas de las agrupaciones que están configurando una escena cultural que tiene una postura crítica a la mirada unidireccional que tiene la ciudad hacia el campo y denuncia lo excluyente del pensamiento dominante. Acá un abre bocas.